La tierra es única entre los planetas de nuestro sistema solar porque tiene una atmósfera químicamente activa y rica en oxígeno. La atmósfera de Marte, por ejemplo, es mucho más delgada y está constituida por alrededor de 90% de dióxido de carbono (CO2). Por otro lado, Júpiter no tiene una superficie sólida: está formada por 90% de hidrógeno, 9% de helio y 1% de otras sustancias.
Se cree que hace tres o cuatro mil millones de años, la atmósfera terrestre estaba formada sobre todo de amoniaco, metano y agua, con poco o nada de oxígeno libre. Es probable que la radiación ultravioleta (UV) del sol haya penetrado la atmósfera, con lo cual se volvió estéril la superficie) que con el tiempo permitieron la vida en la Tierra. Los organismos primitivos utilizaron energía solar para degradar el dióxido de carbono (generando por la actividad volcánica) y obtener el carbono que incorporaron a sus celular. El oxígeno es el principal producto secundario de este proceso que se conoce como fotosíntesis. La fotodescomposición del vapor de agua por la luz UV es otra fuente importante de oxígeno. Con el tiempo desapareció gran parte de los gases más reactivos como amoniaco y metano y ahora nuestra atmósfera está formada principalmente de oxígeno y nitrógeno gaseosos. Las concentraciones atmosféricas de otros gases, uno de los cuales es reactivo (el oxígeno) y el otro (nitrógeno) es inerte, están determinadas en gran medida por los procesos biológicos.
Tomado del Libro: Química de Raymond Chang y Williams College. Séptima Edición.